Breaking Bad

A ver cómo explico esto.

AMC, la cadena que nos ha dado ‘Mad Men’ (de la que, por cierto, tengo que hablar), estrenó la semana pasada una serie nueva. La premisa, sobre el papel, es… peculiar: el protagonista de ‘Malcolm in the Middle’, el inofensivo, patoso y genial Hal, se entera de que tiene un cáncer terminal y decide ponerse a cocinar metanfetamina para dejarle dinero a su familia.

Sí, Hal. Cocinando droga.

He visto el piloto. Y estoy… confuso.

No es una comedia. O al menos, no creo que lo sea. Es lenta, es áspera, y visualmente es increíble (ese desierto de Nuevo México, esos tonos ocres…). Bryan Cranston (Hal) está… bien. Está deprimido, está patético. La imagen de él en calzoncillos beige, con una pistola en la mano en mitad del desierto, es potente.

Pero no puedo. Lo siento, no puedo. No paro de ver al tipo que patinaba en calzoncillos al son de ‘We Are The Champions’. Es imposible tomárselo en serio como un futuro capo de la droga.

Y ya me huelo la tostada.

Ya estoy viendo cómo «la gente que sabe» empieza a dorarla. Ya oigo a Javi y a Fer (los mismos de ‘Los Soprano’) diciéndome que «tienes que verla», que «es la nueva gran serie americana», que «es un análisis profundo del fracaso del sueño americano».

Y sé lo que va a pasar.

Me va a pasar como con ‘The Wire’. Me va a pasar como con ‘Los Soprano’. Reconozco la calidad. Veo que la dirección es impecable, que el guion es inteligente. Pero… no. No me ha enganchado. Me da pereza.

Creo que esta va a ser otra de esas. Una de esas series que adorará todo el mundo, que ganará todos los premios, y que yo, simplemente, veré desde la barrera. Acabo de ver el piloto y, sinceramente, ya me he dado cuenta de que no es para mí.

En fin. Voy a seguir con ‘Héroes’, que al menos me da lo que promete.