Man of steel

Salgo de ver ‘El Hombre de Acero’ con una sensación de profunda… estafa. Y que conste que yo soy «ese» tío. Soy el que defendió a capa y espada la adaptación literal de ‘300’ de Snyder. Soy el que sigue diciendo que su ‘Watchmen’ es una obra maestra incomprendida. Iba predispuesto a que me gustara.

Pero esto es horripilante.

Vayamos al grano. La base de un buen Superman, igual que la de un buen Batman, es un buen Clark Kent y un buen Bruce Wayne. Son el ancla humana. Bruce es la misión, Batman es la herramienta. Clark es la persona, Superman es el símbolo. En ‘El Hombre de Acero’ no hay Clark Kent. Hay un señor, demasiado mazado, que va de un sitio a otro poniendo cara de tormento, pero no hay ni rastro de la personalidad, de la torpeza encantadora, de la humanidad que define a Clark.

Y sí, hablemos de Henry Cavill. Amo a Henry Cavill. Es, físicamente, perfecto. Es como si hubiera salido de un dibujo de Alex Ross. Me enrollaría con él. Pero NO es Superman. O, al menos, el guion de David S. Goyer no le deja serlo. No hay ni un atisbo de carisma, ni una sonrisa, ni un momento de conexión con la humanidad. Es un dios alienígena permanentemente enfadado.

Mi problema fundamental es de tono. Superman es luz. Superman es la esperanza, el faro, el «boy scout». Es el que te salva al gato del árbol. Y no lo digo como algo peyorativo, ¡lo digo como su mayor virtud! Es el personaje que elige hacer el bien porque sus padres, los Kent, le enseñaron el valor de la vida humana.

¿Y qué tenemos aquí? Un Pa Kent paranoico (¡Costner, qué dolor!) que le dice que «quizás» debería haber dejado morir a un autobús lleno de niños. ¡¿Perdón?! ¿Que Pa Kent prefiere que su hijo oculte su secreto a que salve vidas? Eso no es Pa Kent. Eso es el Tío Ben de un universo oscuro.

Han cogido el molde de ‘Batman Begins’ —el tono «oscuro y realista», el trauma, la búsqueda de identidad— y se lo han aplicado al único personaje del panteón DC que no lo necesita. Superman no es oscuro. Superman es el que nos saca de la oscuridad.

Y luego… el final. Media hora de pornografía de destrucción. Media hora de ver a Superman y Zod usar Metrópolis como su ring personal, atravesando rascacielos llenos de gente. ¿Dónde está el Superman que movería la pelea al Ártico? ¿Dónde está el Superman que se preocupa por el civil que está en la calle? Es un espectáculo visual apabullante, sí, pero es moralmente repulsivo. Es la antítesis del personaje.

Salgo del cine deprimido. Snyder ha filmado unas escenas de acción increíbles (oscuras porque son más baratas), pero ha fallado en lo más básico: no ha entendido al personaje. Esto no es Superman. Es un ‘Dragon Ball Z’ con capa. Qué decepción.