Ya está, han ganado. La derecha más rancia que nos podamos imaginar lo ha conseguido. Ser neoliberal es el nuevo socialismo. Cuando yo era chaval, ser socialista era lo más; era ridículo continuar anclado en un pensamiento fascista y, aunque lo fueras, lo atesorabas en la intimidad. Ya no: ahora los parias somos los socialistas. Somos esa gente a la que los demás miran raro, como si nos hubiéramos quedado anclados en la Transición y olierámos a cerrado.
Como padre, mal deportista, trabajador y persona en general, tengo contacto con diferentes grupos de individuos de distinta edad, clase social y nivel educativo, y en todos se repite el mismo patrón, exacerbado estos días de ensalzamiento nacional anticatalanista. Nadie se corta un pelo en repetir soflamas escuchadas en 13TV sin el más mínimo rubor. No hay ningún tipo de vergüenza en pedir que España no acoja refugiados porque “son todos violadores”. Grupos enteros de gente de mi edad que no se ponen colorados defendiendo la vergonzante corrupción del PP, repitiendo como anormales lo de los ERE de Andalucía. Personas con cara y ojos —pero sin cerebro, al parecer— enrolladas en la bandera española y cantando el Cara al sol en la Plaza Mayor. Amigos y familiares que saben lo cerca que siento la lucha LGTBI defendiéndome en la cara que no deberían casarse ni poder adoptar. Gente de mi edad que, por edad y formación, no tiene ni puta idea de lo que fue el fascismo en nuestro país defendiendo que un asesino de animales se coloque la bandera preconstitucional a modo de capa para convertirse en fachaman, supongo. Grupos de padres y madres del colegio en los que, en vez de hablar de piojos, extraescolares y deberes, se cuelgan vídeos de Colmenarejo, García Serrano o Sostres, y no solo no se les pide un poco de respeto por las ideas de los demás, sino que se les jalea.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Fácil: no han inventado nada que no hayan utilizado todos los regímenes totalitarios.
1. Atontamiento general de la población:
Fase uno e imprescindible. Es un proceso de años, pero siempre obtiene sus frutos, mediante un sistema con muchas ramificaciones.
En primer lugar, convirtiendo la educación en un ejercicio de memorización en el que jamás se enseña a utilizar el pensamiento crítico e incluso se sanciona. También facilitando el avance en el largo camino educativo con unas materias cada vez más simples y permitiendo avanzar de curso a pesar de suspender. De esa forma nos encontramos rodeados de titulados universitarios incapaces de argumentar una idea o de entender que, en el ejercicio de la función pública, jamás puedes apropiarte de lo que no es tuyo ni utilizar tu cargo para obtener influencias de ningún tipo.
Ridiculización de la cultura y el pensamiento diferente en general. Nunca en mi vida pensé que vería a la gente vanagloriarse de su incultura. He visto con mis ojos cómo se criticaba a un hombre por saber solo “cosas que salen en los libros” y afirmar, con cierto tono avergonzado, que le gustaba más leer que ver la televisión. El clima generalizado es reírse de la persona que se cuestiona las cosas, que es curiosa e inquieta intelectualmente y que no puede mantener una conversación sobre Gran Hermano. (No penséis que hablo de mí, por supuesto; yo soy fruto de ese sistema educativo, no soy una persona especialmente culta y me gusta Miguel Bosé).
2. Control de los medios:
Un truco más viejo que el tebeo. Recuerdo lo que nos reíamos hace unos años del poder que estaba adquiriendo el TDT Party mediante las licencias que les concedía el PP. ¡Qué carcajadas nos echábamos con El gato al agua! ¿Os acordáis? Bien, la jugada ha sido maestra. De una forma sibilina, en primer lugar concedieron licencias de radio y televisión a los medios más extremistas que se podía uno imaginar, esos que no se ruborizarían en defender lo indefendible. Utilizaron el dinero de la publicidad institucional para inyectar dinero en pasquines como La Razón y ABC y para convertir a medios otrora combativos con el poder, como El País, en perros fieles que no muerden la mano que les da de comer. “Si hablas de los 40.000 millones de euros que nunca recuperaremos de la banca, no te pongo ese anuncio del Ministerio del Interior”. Después, ya a calzón quitado, cuando tenían a toda la prensa controlada y nadie para fiscalizar sus corruptelas de brocha gorda, dieron dinero directamente a medios como Libertad Digital, esRadio y gente maja como ellos. De esa forma, ahora mismo los medios de comunicación son un erial de periodismo. En televisión, radio y prensa escrita es difícil encontrar un medio de comunicación que no sea una herramienta propagandística de la derecha.
3. Suicidio socialista:
También lo hemos puesto fácil desde este lado. Con candidatos cada vez más ridículos y difíciles de votar. Con una atomización de la izquierda dividida en cientos de partidos diferentes que, en principio, es una noticia maravillosa pero que, por nuestra preciosa ley electoral, convierte el voto monolítico de la derecha en insuperable por la suma de todos los demás. Sin olvidar, por supuesto, nuestra especialidad: las luchas intestinas en la plaza del pueblo. Borrell vs. Almunia, Díaz vs. Sánchez, Garzón vs. Llamazares, Iglesias vs. Errejón. La democracia interna es fantástica, pero si no lo hacemos de forma honesta y quemamos las naves en cada puta elección primaria, le damos a esa pléyade de medios —que están esperando carnaza socialista— material del bueno.
Confundiendo la velocidad con el tocino. Ser de izquierdas no tiene que significar ser gilipollas. Si empezamos a defender los chemtrails, el reiki, la homeopatía y gilipolleces por el estilo, es normal que la gente no se identifique con nosotros. Si luego convertimos la política en una parodia de impresoras, DVDs de Juego de Tronos y similares, es completamente imposible que se nos tome en serio.
Cayendo en el mismo error de la corrupción. Recordad que a un socialista la corrupción no se le perdona nunca. Con Felipe acabó Filesa, una puta broma comparado con la corrupción institucionalizada del PP. Pero no podemos caer en eso y darles armas arrojadizas con las que defender que todos los partidos son iguales. Y cuando dejas el puesto, irse a chupar de Gas Natural está feo.
Y así, en tres sencillos pasos hemos conseguido, entre todos, que, a pesar de que el responsable primero de la crisis fue el libre mercado y el capitalismo salvaje, parezca que fue el socialismo. El repunte en todo el mundo de la ultraderecha nos habla del fracaso como sociedad. Ya no pensamos más que en nosotros mismos. Yo, mi casa, mi familia, mi comunidad, mi patria.
¿Qué te hace tan especial?
¿Haber nacido en unas coordenadas geográficas determinadas?
¿Haber nacido caucásico?
¿Haber nacido heterosexual?
¿Haber tenido una familia en la que no faltaba de nada?
¿Es que eso está reñido con que los demás quieran lo mismo para los suyos?
¿Conoces el dilema de la tragedia de los comunes?
Es lo que hay: no creo que nunca vuelva a gobernar un partido de izquierdas en España. Viendo el éxito del neofascismo en Europa y Estados Unidos, solo creo que podemos ir a peor. A pesar de que, en el fondo, cada uno de nosotros sabe que eso no puede ser bueno para todos, lo preferimos porque aquí y ahora es bueno solo para mí. Y eso es lo único que, por lo visto, importa ahora.
(Por favor, no os cortéis en confirmar mis argumentos mencionando en los comentarios los ERE de Andalucía, Filesa, Venezuela, Monedero, Irán, el GAL, Stalin, Mao Tse-Tung y la madre que los parió a todos).
(Nota del Iván de 2025 que está arreglando enlaces rotos y demás) COMO FUTURÓLOGO NO TENGO PRECIO.


