Acabo de terminar la primera temporada de «Perdidos» (Lost). Empece el Viernes por la tarde y acabo de terminarla, es Domingo. He visto 24 episodios en 48 horas. Gracias a unos Dvds que me pasó mi amigo Fredi. Jobs te bendiga.
Tengo que ser honesto: no sé muy bien qué acabo de ver. Y creo que esa es precisamente la magia. Llevo semanas, meses, dándole vueltas a lo mismo. No recuerdo una serie que me haya provocado esta sensación. Estamos acostumbrados a que nos lo den todo mascado, a que las series sean un entretenimiento que consumes y olvidas.
Pero lo de «Perdidos» es otra cosa.
Creo que estamos asistiendo, por primera vez, al primer fenómeno televisivo global de la era de Internet.
Sí, hemos tenido Expediente X o Friends, pero aquello era diferente. Lo comentabas al día siguiente en la oficina o en la universidad. Comprabas las revistas especializadas. Pero esto… esto ha explotado en la red de una forma que no había visto nunca.
De repente, mi (aún pequeño) listado de blogs y foros no habla de otra cosa. Hay gente diseccionando cada fotograma. Gente de España, de Estados Unidos, de Australia, todos a la vez, conectados, intentando descifrar el puzzle.
Y es que nos han dejado un puzzle gigantesco.
¿Hablamos de la escotilla? ¿Qué demonios hay ahí dentro? ¿Y los números?
4, 8, 15, 16, 23, 42.
Están por todas partes. Los veo en las matrículas, en los billetes de lotería. Se han convertido en un mito. Todo el mundo tiene una teoría. ¿Es una conspiración? ¿Una maldición? ¿Y el oso polar? ¿El «monstruo» que suena como una impresora vieja gigante? ¿Qué pintan Locke y Jack (la fe contra la ciencia) en mitad de todo esto?
Nunca una serie había confiado tanto en la inteligencia (y la paciencia) del espectador. No nos dan respuestas, solo nos dan más preguntas. Y lo alucinante es que, en lugar de frustrarnos, nos ha enganchado de una forma casi enfermiza.
Es la primera serie-evento global. Ya no es solo «ver la tele». De hecho diría que la mayoría la hemos visto en el ordenenador. Es conectarse después y leer durante horas lo que opina gente a miles de kilómetros. Es sentirte parte de algo, de un misterio colectivo que nos une a todos.
Ahora solo queda la (terrible) espera hasta la segunda temporada. Y una pregunta que lo resume todo: «¿Qué hay en la escotilla?».


