Seamos claros: en el gran cisma friki, hay que elegir bando. Coca-Cola o Pepsi. Marvel o DC (aunque eso es más reciente). Y, por supuesto, ‘Star Wars’ o ‘Star Trek’.
Yo siempre he sido, soy y seré de ‘Star Wars’.
No hay una razón lógica profunda; es pura visceralidad. Es la aventura, la mística, la «ópera espacial» frente a… bueno, frente a la ciencia. ‘Star Trek’ siempre me pareció el bando «aburrido». La he respetado, claro. He visto capítulos sueltos de la serie clásica, con esos pijamas de colores, esos decorados de cartón piedra y esa filosofía humanista que me daba un poco de pereza. Pero nunca «conecté».
Así que, ¿qué hacía yo en el cine el fin de semana de estreno de un reboot de ‘Star Trek’? La respuesta tiene dos iniciales: J.J.
A estas alturas, ya tengo claro que sigo a este tipo. Es el mismo que nos ha tenido (y nos tiene) teorizando durante años sobre una isla y unos números, como ya comenté en aquella entrada sobre ‘Lost’ de 2005. Es el productor detrás de esa locura de found footage que fue ‘Monstruoso’ (Cloverfield), que defendí aquí contra viento y marea. Si alguien podía hacer que ‘Star Trek’ me interesara, era él.
Lo que no esperaba es que J.J. Abrams no solo lo hiciera «interesante». Es que lo ha hecho brillante.
‘Star Trek’ (2009) es una pasada. Es una película de aventuras trepidante, divertida, espectacular y, sobre todo, emocionante. Abrams ha cogido la mitología, la ha desempolvado, le ha pasado un trapo brillante (literalmente, el tipo tiene una obsesión con los destellos de lente) y nos la ha tirado a la cara a la velocidad de la luz (o del «warp», para ser precisos).
El casting es una genialidad absoluta. Chris Pine no imita a Shatner; es un Kirk joven, chulo y pasado de vueltas. Zachary Quinto es Spock, con esa lucha interna que aquí, por fin, se siente real. Ver la dinámica entre ellos, cómo se forja esa amistad que (sabemos) definirá la galaxia, es una gozada.
Y sí, lo voy a decir: Abrams ha hecho una película de ‘Star Trek’ para los que somos de ‘Star Wars’. Ha metido aventura pura, batallas espaciales que se entienden y un ritmo que no te deja respirar. Ha cogido una franquicia que olía a cerrado, a club exclusivo para fans, y la ha convertido en el evento cinematográfico del año.
Es un trabajo de reinvención impecable. Un trabajo muy, muy bien hecho. No, no soy trekkie. Pero después de esta película… quizás, solo quizás, podría empezar a serlo.


